jueves, 8 de octubre de 2009

Capítulo 2

Capítulo 2

Casi se desmaya de alegría cuando sus manos rasgan cuidadosamente el sobre que acaba de entregarle en mano el cartero y cuyo remite, escrito en letras romanas de una pulcritud esmerada, pone textualmente:

C.I.R. Nº3
CAMPAMENTO DE SANTA ANA
CACERES

Aparte de sus detalles amorosos, lo que más admira en Ramiro es su esmerada caligrafía. Perfectamente legible, proporcionada y sin una sola falta de ortografía, le define –en su opinión- como a un hombre cuidadoso y seguro de sí mismo, capaz de afrontar la vida con decisión y valentía. En contra de los comentarios de muchos quintos ultrajados, jamás ha escuchado pronunciar a Ramiro una palabra mal sonante con relación al estamento castrense, por lo que ella, acordándose de las palabras de su padre, no duda de ninguna de las maneras que el Ejército es una escuela de formación de hombres de provecho, que harán más grande, aún si cabe, a éste histórico país que tanta sangre ha costado levantar.
Ramiro pertenece al octavo y último reemplazo, aquél que se incorpora a filas a finales de noviembre y en su carta anuncia la posibilidad de pasar las navidades en Madrid. Asevera, también, que todos los comentarios coinciden en definir la fecha del 30 de diciembre como el día señalado para el solemne acto de la jura de bandera y anticipa el porcentaje tan elevado de posibilidades que tiene de ser destinado a cualquier acuartelamiento de la capital. Esta es, sin duda, la mejor noticia que le puede dar e imagina, en su mente, excelentes perspectivas que, a pesar del romanticismo implícito de una mujer enamorada, no descartan, en absoluto, el acto hermoso y sagrado de pasar por la vicaría y cambiar el hasta entonces rutinario rumbo de su vida.
Ramiro reseña también, que en la sabana cacereña donde se encuentran las instalaciones del Centro de Instrucción de Reclutas de Santa Ana, hace un frío que traspasa el calcio de los huesos, haciendo tiritar al más pintado. Por tal motivo, en su opinión la instrucción que reciben todos días poco después del toque de diana, viene a ser como una especie de linimento natural para entrar en calor y desentumecer los músculos. Siendo recluta, todavía no sabe lo que son las guardias; pero un simple vistazo a los compañeros veteranos que se refugian en las garitas intentando confundirse con la cal que cubre los ladrillos, le basta para suponer lo poco agradable que debe resultar que le hagan a uno ser centinela en invierno.
Maruja se estremece involuntariamente y continúa leyendo la carta con exhorbitada avidez. Su piedad –supone, entonces- tiene una vertiente completamente egoísta por la suerte de su amado. Siendo un muchacho tan fino, imagina, estremeciéndose, sus aristocráticas manos ulceradas por la dura instrucción con el arma y sus labios agrietados, brillantes por la barra de cacao que, espera, de todo corazón, haya tenido la oportuna precaución de comprar en alguna farmacia durante los días de visita a Cáceres capital que, según le cuenta, suelen ser, única y exclusivamente, los fines de semana.
Escribe unas líneas más abajo, que la comida es abundante –dos platos y postre- y aunque tiene un cierto regusto a bromuro, su apetito es tan infame, que deja los platos tan inmaculados y relucientes, que se podría volver a comer en ellos sin necesidad de que pasen otra vez por el fregadero.
A media mañana todos esperan, con ansiosa glotonería, la calandraca: una barrita de pan con una o dos lonchas de chope, mortadela o jamón de york, que les hacen sentirse como en casa y les ayuda a continuar la instrucción con el ánimo más templado.
“¡Qué exagerado es mi Ramiro!”, piensa Maruja, sonriendo con ternura, para murmurar a continuación: “pero está bien; está muy bien que no pierda el apetito. Eso es algo muy importante cuando se está lejos de casa”.Cuando llega la hora de la despedida, lee que Ramiro la envía un fuerte beso, e inmediatamente imagina que lo tiene allí mismo, a escasos centímetros de ella, estrechándola suavemente de la cintura, bebiendo de sus labios como un pajarito en un charco de lluvia recién caída.

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